zapatilla

Empieza con una línea. Las luces se alejan con ritmo y se repiten detrás de la puerta. Es tan largo que a primera vista creo que se trata de un espejo, pero la extraña visión del pasillo en el que me encuentro no reflejada le cambia el sentido. Camino hacia la última puerta despacio. Ya no voy a volver. Sólo queda llenar las botellas de agua y dejar el albergue. Pero la línea está rota e inevitablemente me acerco al bulto. Qué decir... me encanta lo que veo. Una zapatilla en la puerta de la habitación 114. Me recuerdo limpiando los zapatos la noche de Reyes y se me ocurre dejarle un regalo, pero no tengo nada en los bolsillos y ya sólo me alejo imaginando que hubiera sido divertido que al recuperar el tope de la puerta encontrara algo.