el tiempo...

Un señor muuy gordo está dibujado en el centro del papel. Tiene un aspecto hueco, y solo los colores pesados que parecen haberse posado azarosamente encima de él lo mantienen con un pie rozando el suelo, impidiendo que flote incontroladamente alrededor del eje que cruza su ombligo. Está, pues, tocando el suelo, que es solamente una línea abajito del dibujo, que llega de algún modo a los árboles de la lejanía que se retuercen con misterio de cuento.
El señor gordo coge un palo retorcido y dibuja con él algo en la tierra, pero el palo se enreda con la línea que es el suelo y casi instantáneamente se forma un ovillo. Con mucho disimulo el señor tira el palo y como se ha quedado sin suelo pues se queda ahí flotando.
El tiempo pone a todos en su sitio.