Desde el mismo momento en que suena el despertador, mi vida no es más que una sucesión de rutinas que repito involuntaria pero escrupulosamente, como si de un robot se tratara. Incluso al acostarme continúo con el show. Abro la cama, me pongo el pijama, voy al baño, me lavo los dientes y a continuación me acuesto, primero hacia la izquierda y luego, definitivamente, hacia la derecha.

Durante el día, como ratas, nos deslizamos a través de los laberintos que nos colocan para ver, desde arriba, como picamos en el cebo y nos socializamoz mientras movemos los bigotes con nerviosismo.

¡Dios quiera que nunca llegue el minimalismo a los hormigueros!

Ese cuadro abstracto es un símbolo. ¡A que sí! Su parte geométrica aplana, tumba, atrapa en su laberinto. ¿Por qué no llamarle hormiguero? Su parte colorida, es decir, libre, alegra, contagia el entusiasmo de la mariposa, se siente necesidad de volar… Abriré la ventana porque creo que me están naciendo unas pequeñas alas.

Manuel y yo tenemos una diatriba de la que tu eres la causa. Yo te leo, me rio y pienso: sigue como siempre! Y una voz, la de Manuel, pregunta: ¿ Será verdad todo lo que escribe ?. Y ahí nos hemos quedao, esperando a que nos resuelvas la duda. Yo pienso que quizá seas como Sergio que no distingue que es realidad y que está en su imaginación y se pasee por su restaurante repartiendo mamporros como Jacky Chang. Pero la imaginacion es realidad, ¿NO?.

chicos... sólo hay una forma de averiguar la respuesta y es sentarnos a discutirlo con una tacita de té bien agarrada que hace un fríoooooooo!!!!!