23 de Septiembre 2010

Ovación

Hace calor otra vez.
Me levanto con fastidio y vuelvo a abrir la ventana y pienso que como estoy escuchando un concierto de piano a un volúmen considerable quizá podría parecerle a algún vecino que estoy tocando yo el piano. Podría ser. Resulta que a veces les escucho yo a ellos tocar el piano o el violín o el violonchelo. Podría ser que si me siento cerca de la ventana y si por mi parte ayudo con un poco de teatro, ellos llegaran a ver mi silueta moverse como el de una entregada pianista. Eso hacen ellos también después de todo.

Termina el concierto y me quedo muy quieta, con las orejas de punta como un perrillo listo. Y descubro que hay algo: distingo un repiqueteo constante muy muy lejano. Afino más el oído. Son unos aplausos. Bravo, me digo.

El palmeteo continúa al mismo ritmo durante otro larguísimo medio minuto.

Ya no tengo esperanza. Mi ovación es ahora claramente un tenedor golpeando un plato de cerámica. Alguien está batiendo huevo con mucha energía, como hacía mi madre cuando mis hermanos y yo éramos pequeños. Esa ventana con la luz encendida. Casi veo la silueta de una mujer haciendo una tortilla para sus hijos porque es domingo. Un clásico. Y con cebollita. Casi lo veo todo. Casi.

Escrito por Elena H a las 23 de Septiembre 2010 a las 05:12 PM

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