28 de Agosto 2011

xvii

Anochece. Doblamos a Mission St arrastrando maletas hasta la parada del 292. Vamos al aeropuerto. El tren tarda menos pero es más caro. Además no tenemos prisa, nuestro vuelo sale a las seis de la mañana así que pasaremos la noche tirados en la moqueta del aeropuerto, cerca de algún enchufe viendo pelis.

Misison St. La parada del 292 huele mal. Hay ropa esparcida por el suelo. Mendigos, locos. Chinos viejos, mujeres que empujan carritos de la compra llenos de cosas viejas.
Se acerca una mujer sin dientes a tocarnos, a pedir.

Pienso en los osos. En Yosemite nos advirtieron que si veíamos algún oso lo mejor que podíamos hacer era asustarle para que se fuera. En Mission st la mujer negra sin dientes se acerca a su presa. No respiro. Nunca sé qué decir, cómo decir no, no tengo dinero, no quiero dártelo. Asustar a los osos. Buuuuh!

Llega un autocar, no tiene número, no es el 292. No hay prisa de llegar al aeropuerto pero no me apetece que mi última impresión de San Francisco sea estar mirando a la gente con cara desconfiada, no quiero ser así, el viaje no ha sido así. El autocar suelta un humo asqueroso, no va por cable, no es verde como casi todo allí. Pronto observamos el movimiento de todos nuestros acompañantes mendigos hacia el autocar. Se toman su tiempo para subir, no se empujan, resultan bastante ordenados en realidad.

Transporte gratis al casino.

Escrito por Elena H a las 28 de Agosto 2011 a las 06:50 PM

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Comentarios

(Ay. Qué emoción.
La de cosas que tenemos que contarnos!)

+++++ Escrito por P. a las 29 de Agosto 2011 a las 12:12 AM

umm parece que has sobrevivido a las vegaaas... alguna esposa nueva?

+++++ Escrito por elena a las 29 de Agosto 2011 a las 08:28 PM
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